Derecho a la integridad física y psicológica

Ámbito internacional:
–     Convención Americana de Derechos Humanos ( CADH ), artículo 5.
Ámbito nacional:
–     Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (Constitución o CPEUM ), en sus artículos 1, 16 y 22.

Este derecho significa que toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral, es decir, los aspectos integrales de su persona: su cuerpo, su mente y su estado anímico, afectivo y emocional.

Por la cantidad de personas heridas y afectadas, tanto por los proyectiles de armas de fuego, golpes o bien, por los gases lacrimógenos que arrojaban los bloques policíacos, es evidente que la población que se encontraba en Nochixtlán, Huitzo y Telixtlahuaca así como en Hacienda Blanca y Viguera, sufrió severas afectaciones, difíciles de determinar numéricamente. Existen similitudes claras en lo acontecido en cada uno de esos lugares. En el caso de Nochixtlán un testimonio relata:

“Sí, empezaron a lanzar gases lacrimógenos, pero bastante. Era al principio gas lacrimógeno nada más. Fue por eso que retrocedimos hacia Nochixtlán. Hacia esta salida retrocedimos, pero ellos venían echando gas lacrimógeno y venían aventando piedras. O sea, no era únicamente el gas, sino que venían aventando piedras, a pegarnos. … No soportábamos el gas porque sí es demasiado. Los ojos, la nariz, la boca respiramos. Caían los petardos aquí y nos llenábamos de gas lacrimógeno.”

Y en otro testimonio también se refieren las afectaciones por gas lacrimógeno a diversas personas de la comunidad: niñas, niños, personas mayores, mujeres embarazadas que transitaban por el lugar. Recordamos que los domingos son días de mercado en Nochixtlán, al que acuden personas de las comunidades cercanas. Cuando los elementos policíacos establecieron un cerco en el crucero de Etlatongo, en cuestión de minutos personas que se dirigían al mercado empezaron a juntarse, aproximadamente a 500 metros de la colonia 20 de Noviembre.

“Cuando empecé a percibir el humo, luego me empezaron a arder y lastimar la garganta y los ojos, o sea, empecé a sentir feo, como cuando les echan el spray para moscas, algo así, yo sentía feo. Y entonces yo sentía que ya no podía avanzar más para arriba, porque ya nos estaban atacando que querían entrar. Y venía una señora embarazada, que también le agarró en el puente, ah bueno, ella ya venía, y logró entrar todavía, sin que le pegaran, sino que los gases fueron los que la atacaron.”

En estos primeros minutos, las afectaciones fueron por el gas lacrimógeno, que no se dirigió únicamente a las zonas donde estaban los bloqueos, sino también en diversas partes del pueblo de Nochixtlán. Tras ello, comenzaron los disparos con armas de fuego:

“Los policías que venían adelante son los que estaban tirando gas y ya al otro lado de la carretera, ahí estaban los que estaban tirando balazos. Y pues en donde estaba yo, en un lado en donde estaba yo, ahí cayó una persona que le tocóbalazo, uno le tocó aquí su pescuezo, otro le tocó así su pie, le tocó, y ahí tuvimos que levantarlo para auxiliarlo para que se trasladara en un centro de salud en Etlatongo, así estuvo esa vez.”

“De ahí, cuando ellos vienen para acá, se escuchan varias detonaciones y no detonaciones de un solo calibre, sino se escuchaban detonaciones así como de pistolas y unas más gruesas, de armas de grueso calibre, y digo yo, de dónde salían las balas, y entre compañeros que estábamos ahí, decíamos, yo decía, ‘eso ya no es normal, ya son plomazos, ya son balazos, qué hacemos, hay que tirarnos al piso’ y nos tirábamos al piso, porque sonaban, pero ráfagas de armas de fuego.”

A la altura del panteón, en las inmediaciones del Hospital y hasta los Hoteles Merly y Juquila, los elementos policíacos avanzaron disparando, este último punto ya en la entrada de la población. Esto originó llamados de auxilio y peticiones de ayuda ante las afectaciones de los gases, con lo que empezaron a llegar personas con agua, refrescos y material de curación. Otras más llegaron por curiosidad. En otros testimonios personas que observaban los hechos refieren cómo también fueron afectadas por proyectiles de arma de fuego:

“A la altura del panteón, por allí estaba yo parado cuando vi yo varios heridos que iban pasando. Los levantaban, los subían en unas ambulancias y también en algunos taxis que estaban auxiliando a los heridos y llevándolos al hospital o a diferentes médicos. En esta altura del panteón, allí estaba abajo, estaba yo parado cuando me toca a mí el disparo de arma de fuego en la pierna derecha.”

“Y cuando nos acercamos más, empezaron a disparar más, cuando siento un golpe aquí en el abdomen. Yo pensé que era una bala de goma, porque se quedó sin fuerza mi pierna y me caí. Fue cuando un compañero de la misma protesta, me recogieron y me echaron para atrás y me sentaron, y de ahí unos amigos que conozco, iban con otro, se me acercó a mí y me preguntó que qué tenía yo, le alcé mi camisa y me dijo, ése es un balazo, y que me carga y me lleva al hospital. Sí me atendieron luego, pero tardaron en salir del hospital de Nochixtlán, que está donde el panteón. Pero sí, fue un balazo el que me dio.”

En el caso de Huitzo y Telixtlahuaca, los integrantes del operativo policíaco a bordo de helicópteros y a pie agredieron a la población civil provocando diversas afectaciones físicas. Aquí las agresiones se dieron con gases lacrimógenos, piedras, cohetones, balas de goma, toletes y patadas.

“Me tocó una bomba lacrimógena, me tuvieron que auxiliar y sacar cargando, no podía respirar. Hasta la fecha me afectó en la vista, y ahora las letras las tengo que ver de muy cerca y yo no tenía problemas de la vista. También, en las mañanas me da náuseas y vómito, no entiendo por qué.”

“Nos hirieron con balas de goma de los policías. Después de 12 días, tengo una marca todavía en la pierna derecha, se me puso todo rojo, morado y luego una costra que apenas se me quitó. Llevaba un pantalón grueso y cosas en la bolsa y allí es donde me pegó, imagínese si no hubiera tenido nada.”

Otro testimonio refiere las afectaciones a niños y niñas, incluyendo una bebé de 2 meses: “Fue terrible, a mi hijo le costaba mucho respirar, y su esposa batallando con la nena y viéndolo a él que no aguantaba respirar, y el otro niño
se puso mal, porque sumió su cabecita en la bandeja con agua, y la bebé ya estaba muy roja su carita, se le estaba espumando su boquita y se desmayó y yo estaba más mal”.

A partir del día 19 de junio, todas las personas víctimas del ataque policial presentan síntomas de afectación emocional. Entre los síntomas principalmente reportados se encuentra un miedo permanente a que los hechos se vuelvan a repetir, mucho enojo e incomprensión por el ataque indiscriminado contra niñas, niños, familias y la población en general. Un par de testimonios lo relatan de esa manera:

“El miedo. Ellos mataron mi tranquilidad, mataron mi confianza. De mis 68 años que tengo, desde mis abuelos, el único que entró acá fue Juárez, pero él vino a visitarnos, no a sojuzgarnos, menos a atacarnos.”

“Estoy muy enojada, cuando soltaron los gases, me sentía como mosca, cuando las fumigan, pensé pobres moscas, nunca me imaginé que me iba a pasar algo así en mi vida, yo solamente había ido a dar de comer y me tocó, me quemó, no se vale”.

Por su parte, en Hacienda Blanca y Viguera, varias personas fueron agredidas física y psicológicamente por los miembros de la Policía Federal y Estatal. Esta actitud fue observada en varios puntos del conflicto, ya sea en la carretera, en las calles aledañas, en casas o instituciones, así como en las detenciones realizadas. La avanzada del bloque policíaco consiguió dispersar a la población agrediéndola con gases lacrimógenos y, posteriormente, disparos.

 “Los policías estaban lanzando gases lacrimógenos y los helicópteros estaban volando muy bajo. Estaban esperando, iban avanzando poco a poco, yo creo que esperando a que la gente se muriera. La gente estaba muy molesta porque se estaba asfixiando con el gas. Iban en bloque, cuando avanzan por filas. Venía una línea al frente, venían otros atrás y había los que estaban parados hacia atrás. Ya no se notaba muy bien, no era tan oscuro, pero los de atrás eran los que estaban disparando. Yo pude identificar que en el momento que empiezan a disparar fue en esa calle. Reciben una orden y empiezan a lanzar primero gas, se crea un caos, la gente corre para todos lados, después de ese evento del gas, ellos empiezan a reaccionar. Me meto en esa calle porque no se puede contener el gas, y ahí fue donde vi que se empezaron a accionar las armas. Los jóvenes sólo tenían piedras y sus gritos, y los policías les gritaban: ‘¡ahora sí se los va a cargar la chingada!’ y empiezan a disparar. Cuando dispararon, disparaban directo hacia la gente. Yo me di cuenta cuando oí silbidos, gritos. Yo pensé que también me podrían dar un balazo a mí.”

Estas afectaciones ocasionadas por el gas lacrimógeno pusieron en peligro a muchas personas que se encontraban no sólo en los puntos de bloqueo sino en viviendas aledañas. Sin embargo, no hay que dejar de observar que pese a que el arma legal para ser usada en momentos de dispersión es únicamente el contenido de la bomba, es decir, el gas lacri-
mógeno, el artefacto en sí es también utilizado en contra de la población, tal como se refiere en un testimonio: “me pega una granada de gas en el brazo. El dolor que yo sentí fue muy fuerte y me empezó a salir mucha sangre”.

No obstante lo anterior y el daño que ya habían causado, los policías recibieron órdenes de disparar balas. Esto también es corroborado por una de las personas que se encontraban detenidas, quien refiere la acción de disparar por parte de los policías: “la camioneta no dejaba de avanzar, avanzaba y se paraba, en lo que quitaban la pipa, se bajaban a disparar y demás, pues no deja de avanzar y pararse.”

De la misma manera, se sabe de otra persona que se estaba resguardando de los hechos cuando es encontrado por policías, quienes le comienzan a golpear dejándolo inconsciente sobre una de las calles. Un niño fue quien pudo reorientarlo y dirigirlo a su casa, en donde ya preveían una posible detención o desaparición. Los golpes propinados a esta persona fueron tales que derivaron en varios puntos de sutura en la cabeza, así como fracturas en las costillas y golpes en otras partes del cuerpo, siendo que se trataba de una persona adulta mayor. Así mismo, las detenciones contaron con un gran contenido de brutalidad y lenguaje simbólico de violencia; por ejemplo, al momento de ser
detenida una persona refiere que:

“En el poste de luz había un animal muerto y la policía les decía a las otras: ‘embárrenla en el animal muerto para que sepa la mierda que es, para que esté con la misma mierda’. En ese momento sentía mucha impotencia y coraje. En ese momento ya no vi a nadie, sólo policías por todos lados.”

Los golpes hacia las personas detenidas fueron constantes durante todo el trayecto, documentándose también que elementos de la misma corporación policíaca estatal incitaban a otros elementos a golpear a las personas detenidas:

“Mientras me seguía golpeando durante el camino, y hay varios momentos en que a la otra policía que viene con la maestra le dice: ‘pero pégale, ándale, por qué no la madreas, aprovecha’ y la otra policía le decía que no. Y llega el punto en el que tanta es la insistencia de que la golpee que la otra policía le cambia el lugar, y se cambian de lugar y en ese momento la policía que me golpeaba a mí lo hace ahora con la maestra en la cabeza, la jalonea y le dice: ‘para que aprendas, para que se te quite’.

Además de las agresiones físicas, las personas detenidas fueron agredidas de manera verbal y psicológica por miembros de la Policía Federal, quienes incluso llegaron a decirles que los ejecutarían o desaparecerían. Algunos de estos actos pueden ser constitutivos de tortura.

Por todo lo expuesto, se evidencia con toda contundencia que el Estado violentó el derecho a la integridad personal de las personas en los puntos mencionados, específicamente la integridad física, (por las heridas y afectaciones al cuerpo). Es de mencionar que las organizaciones participantes en este informe conocieron de 221 personas civiles con lesiones diversas, que sin embargo no representan la totalidad, pues muchas personas no reportaron sus lesiones por temor. Así también se violentó la integridad psíquica (por las amenazas proferidas, además del miedo instaurado en las personas); y la integridad moral (pérdida de confianza en las instituciones del Estado). Aquí el número es indeterminado.